¿Por qué el gato se roza la cara de modo tan persistente con la pierna de su amo o por qué repite este gesto en esquinas, cojines y hasta en el sofá de casa? La respuesta, además de las grandes dosis de amor que el felino procesa a su compañero humano, está en unas pequeñas moléculas: las feromonas felinas.
Las feromonas faciales de los gatos son potentes hormonas liberadas por estos animales para comunicarse. Estas hormonas son secretadas por las glándulas localizadas alrededor de su boca, barbilla, frente y mejillas. ¿Y para qué las utilizan? Las feromonas les sirven para dejar su rastro en zonas de su vivienda, objetos y hasta en las personas que quieren con solo restregar su cara en estas superficies.
Las hormonas felinas dispersas en el ambiente crean olores familiares que les resultan agradables y les proporcionan seguridad: permiten a los gatos identificarse entre ellos y comunicar que han pasado por ahí. En otras palabras ¡las feromonas son la peluda versión felina del currículum vítae humano! «Las feromonas faciales de los gatos son señales que indican familiaridad y seguridad en un entorno; los felinos las secretan de forma natural para darse información y sentirse tranquilos», comentan los veterinarios de la Asociación Internacional para el Cuidado del Gato.
Las feromonas sintéticas para gatos imitan a las que los felinos secretan de forma natural cuando restriegan sus mejillas en las personas u objetos de casa, por lo que consiguen calmarles, que el espacio les huela más familiar y resultan útiles cuando hay una situación de estrés para el felino.
Estas hormonas sintéticas resultan útiles cuando se usan de modo puntual: cuando hay un cambio importante en casa, el gato debe visitar al veterinario, se adopta un nuevo felino o perro o se prepara un viaje con el animal.