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Huir del hogar, del barrio, de la ciudad o de un país en guerra también significa tener que tomar decisiones difíciles sobre quiénes formarán parte del viaje. Para muchas personas que deseaban subir a los abarrotados y muy selectivos trenes que salían de las estaciones de Ucrania, hubo que tomar decisiones difíciles

En la Unión Europea existen normas comunes para permitir que los animales crucen la frontera: hay que solicitar la identificación del animal, demostrar la validez de su vacuna antirrábica y su mascota debe tener un pasaporte europeo. Esto afecta principalmente a los gatos, perros y hurones. Los animales procedentes de fuera de Europa están sujetos a normas más estrictas según el país al que sus dueños quieran introducirlos. Por estas razones, cuando estalló la guerra en Ucrania, muchos animales tuvieron que ser abandonados por sus dueños. "Muchos refugios de Ucrania recogen animales. Nos hablaron de muchos perros y gatos abandonados en las estaciones de tren. Cuando se enfrentaron a la elección de salvar sus propias vidas o ninguna permaneciendo en Ucrania con su mascota... debió de ser una decisión increíblemente difícil de tomar", señala con tristeza Daniel Cox, director de campañas de PETA Alemania.

"Los animales también son víctimas de este conflicto, pero no pensamos necesariamente en ellos. Nuestra misión en PETA es ayudar a los animales allí donde nos necesiten", dijo el portavoz de PETA Francia.

PETA ya tiene más de 200 toneladas de suministros entregados a Ucrania, que podrían alimentar a "más de 80 000 animales" en todo el país, según las cifras facilitadas por PETA Francia. Carmen Arsene calcula que unos 5000 animales han cruzado la frontera rumana. De las diversas mascotas enviadas a los refugios de las fronteras vecinas, la mayoría encontró familias de acogida. Algunos se han reunido con sus dueños y otros siguen siendo atendidos por voluntarios, según los portavoces de las distintas asociaciones. Desde el primer día de la guerra, Daniel Cox dice que un equipo ha estado constantemente en el lugar. "Con base en Polonia y moviéndonos por Ucrania cada día, hemos podido salvar a más de 1000 animales. Estos animales venían de toda Ucrania a Leópolis, que es como un centro para los animales y los humanos que huyen. Desde allí, recogíamos a los animales, conducíamos las dos horas y media hasta la frontera polaca y luego cruzábamos a Polonia, llevando a los animales a los refugios o a las clínicas asociadas si necesitaban atención médica urgente".

En los blogs y sitios web de las organizaciones de activistas de animales, hay muchos testimonios. "Vemos animales vagabundos por todas partes en las calles, los animales son envenenados regularmente. Los intentos de organizaciones extranjeras de llevar a cabo proyectos de esterilización han sido bloqueados. Hay muy pocos refugios para animales. En los refugios públicos, los animales están abandonados y asustados, y se sigue matando a los animales. No hay atención médica, los perros capturados a menudo se dejan morir de hambre", es uno de los muchos testimonios disponibles en el sitio web de White Paw, una organización alemana de defensa de los animales.

Las heroínas que se juegan la vida en Ucrania para salvar a 700 perros abandonados

¡Hay brutales batallas en el puente Antonovsky y uno de nuestros refugios para perros está a solo doscientos metros de la carretera!", exclamaba desesperada el 26 de febrero una de las voluntarias de la protectora 'Oportunidad' de Jersón, la primera de las grandes ciudades ucranianas en caer en manos de los rusos. Hacía algo más de un año que habíamos visitado aquel hermoso lugar situado junto al Dnipro y ya entonces nos alcanzaron por primera vez noticias del trabajo que realizan Angelina Rybchenko y el resto de las chicas que mantienen a flote aquella protectora.

Tan pronto como comenzó la guerra, resultó inevitable recordarlas y pensar qué estaría siendo de ellas y de las setecientas criaturas que tienen al cuidado. Mucho antes del conflicto, su labor ya era algo memorable, pero tan pronto como los rusos avanzaron por la barriada industrial donde tienen uno de sus dos refugios, aquellas mujeres se convirtieron en verdaderas heroínas y en el caso de Alexandra, conocida como Shasha, en una mártir caída ante el altar de la barbarie que patrocina Putin.

Dos refugios a pocos kilómetros

Las chicas disponen de dos refugios. Uno se halla propiamente en Jersón, una ciudad de 282.000 habitantes situada junto al mar Negro, en el sur del país. El otro se encuentra en una población cercana de 24.000 habitantes llamada Oleshki. La localidad está en la margen izquierda del río Dnipro, al este de Jersón y justamente en medio de la ruta de acceso por la que han llegado los rusos. Cuando comenzaron las hostilidades, era todavía posible hacer llegar comida a la perrera de Jersón. Pero Angelina y la otra voluntaria se quedaron literalmente aisladas en medio de los bombardeos junto a sus perros de Oleshki.

Durante los primeros días, no era posible adquirir alimento para esos animales ni menos todavía transportarlo hasta sus instalaciones, así que sobrevivieron de las reservas que aún quedaban. "¡A partir de ahora los animales morirán de hambre!", se temían las voluntarias. "Ni siquiera nosotras sabemos qué podemos hacer para salvarnos. Nos hemos quedado sin opciones y sin elección. Por eso necesitamos toda su ayuda para salir del refugio y abastecer a nuestras criaturas. No sabemos dónde la encontraremos, cuánto costará ni cuánto alimento podremos adquirir. Tampoco sabemos cuánto durará esta guerra, pero debemos estar preparadas para todo".

Y cuando las cosas parecían no poder ir a peor, llegaron las noticias de la muerte de una de las chicas. Sucedió también a finales de febrero. "Es aterrador. Duele. Es insoportable. A cada segundo, el corazón se nos llena de un dolor quejumbroso. Simplemente, una ya no sabe qué hacer por tanta desesperanza. Hemos perdido a nuestra maravillosa, increíble, amable y sincera Shasha. No solo fue una madre amorosa de dos hijos, sino un asidero para muchas colas. ¡Ella salvó muchas vidas! ¡Ella no deseaba esta guerra! ¡Era una persona común y pacífica que vivió con humildad! ¡Y ahora le han robado su existencia!".

Escuchar a sus amigas hablar del dolor de la pérdida resultaba desgarrador. Alexandra Polishchuk era una criadora de gatos sin pelo. Su casa se hallaba situada en las proximidades del puente de Jersón, que ha sido uno de los lugares donde se han desarrollado algunas de las batallas más furiosas. Una explosión destruyó por completo el edificio. Su hijo de 12 años consiguió salvarse, pero Alexandra y muchos de sus animales fallecieron sepultados bajo las bombas rusas.

Dos semanas después del inicio del conflicto, ya eran cientos, miles probablemente, los europeos que trataban de movilizarse para auxiliar a las voluntarias de todas estas protectoras que, como Angelina o la fallecida Shasha, siguen desarrollando su trabajo en medio de la guerra y bajo las bombas. Entre sus dos refugios, las chicas de Jerson cuidan de 794 criaturas. Hay 507 perros y 94 gatos en el refugio de Oleshki y 193 perros más en el de Jersón. A menudo, una sola persona tiene que hacerse cargo de todo el refugio. "Cada residente de la ciudad vive en tensión. Todo el mundo está luchando por salvar sus vidas y las vidas de la gente a la que ama y, entre tanto, nuestros voluntarios siguen peleando. Hemos logrado adquirir comida en un establecimiento de Jersón, pero el alimento se termina a una increíble velocidad", aseguraba hace cuatro días una voluntaria. El pasado lunes, el refugio de Oleshki todavía seguía aislado y con la carretera de acceso bloqueada. Angelina y su compañera aseguran que los animales se hallan completamente aterrorizados porque no entienden qué sucede.

"En nuestro refugio, ha muerto un perro como consecuencia de los combates", nos decía Angelina. "El problema es que está junto al puente, donde están disparando continuamente. Sobre el solar de nuestras instalaciones hay fragmentos de las bombas que se están arrojando. Una nunca sabe qué va a suceder al día siguiente, ni cómo vamos a lograr conseguir más comida o cuánto nos durará el dinero del que disponemos". La situación en Oleshki es catastrófica.

Sin apenas recursos

De hecho, la situación era ya terrible mucho antes de la guerra. En vísperas del conflicto, Angelina Rybchenko, de 48 años, nos decía que dormía con frecuencia dentro de la furgoneta tras pasar 20 horas diarias trabajando con los perros en los refugios o rescatando criaturas por las calles. Las fotos de sus instalaciones hablan por sí solas.

Muchos de los animales adoptados sufren enfermedades y, con o sin guerra, los refugios carecen de las medicinas necesarias, y más todavía, del dinero preciso para operar a los que necesitan una cirugía. "Tampoco hay recursos para alimentar apropiadamente a los enfermos o a los que acaban de superar una operación", dicen.

Los animales están infestados de ácaros y debilitados por la demodicosis y la sarna sarcóptica, que se transmiten unos a otros mientras aguardan, apretados en los corredores de los refugios, a que Ludmila o Angelina o alguna de las chicas les entreguen un plato de comida. No dan abasto. Y lo peor —el verdadero infierno de los perros— se halla en las calles de la ciudad, de todas las ciudades ucranianas donde merodean como proscritos. Antes de la guerra, se convenía que en Ucrania existían al menos 50.000 perros callejeros. Claro que esa cifra oficiosa era, a juicio de las protectoras, tres o cuatro veces inferior al número real de canes que se agrupaban en manadas dentro de los ecosistemas urbanos. No existen censos rigurosos y los cálculos se basan en meras especulaciones. Se da por hecho que ese número se ha incrementado ahora en muchos cientos más, probablemente miles, debido, entre otras cosas, a los abandonos.

Las protectoras ucranianas hacen lo que pueden, a menudo, arriesgando sus vidas como Angelina o Ludmila. El pasado día 4, tres jóvenes de Kiev fueron asesinados por las tropas rusas cuando regresaban de transportar alimentos a un refugio situado en la barriada de Bucha, hoy en día un punto crítico de los combates. Testigos presenciales de lo acaecido aseguraron que un tanque o un vehículo blindado de los invasores abrió fuego a quemarropa contra el turismo en el que viajaban Serhiy Ustymenko, de 25 años, Maxym Kuzmenko, de 28, y Anastasia Yalanska, de 26. Tres días después de lo ocurrido, el padre de Serhiy todavía no había logrado sacar los cuerpos del sótano a donde transportó los cadáveres para darles sepultura.

Varias organizaciones europeas están trabajando para ayudar a evacuar perros y facilitar las adopciones de animales amenazados por la guerra. Existen, sin embargo, graves problemas logísticos y administrativos para sacarlos del país que no han logrado ser resueltos. Una plataforma de asociaciones protectoras ucranianas hacía un llamamiento al resto de europeos: "Estamos al borde de una catástrofe ambiental. Muchos animales vagan ahora por las calles debido a la guerra. Están pasando hambre y sus vidas peligran. Mucha gente ha tenido que salir huyendo y ha abandonado a sus mascotas. No tenemos recursos para adoptar más. Ayúdenos a buscar familias de acogida y a organizar un corredor verde y un sistema de transporte hasta la frontera. A día de hoy, Moldavia, Rumanía y Polonia permiten sacar mascotas sin documentación". La situación en los refugios de "Oportunidad" en Jersón es tan desesperada como fuera de ellos.

FUENTE:

www.elconfidencial.com
www.nationalgeographic.es